Ya está en
marcha el Año de la
Misericordia, por eso hemos querido dedicar este tiempo para
reflexionar sobre su logo oficial.
Mientras nuestras sensibilidades artísticas pueden variar, vale la pena
preguntarnos: ¿Cómo puede ser que Dios me esté hablando?, ¿hay algo aquí que no
estoy viendo?
Hoy voy a
tratar de explicar algunas de las particularidades de este logotipo diseñado por el Padre
Marko Rupnik. Espero que te
puedan ayudar a profundizar en el significado de la Misericordia de Dios en tu
vida y que puedas acompañar a otros a hacer lo mismo.
1. El
estilo general: simbólico
La imagen
evidentemente no pretende ser una representación literal de Jesús (el volumen y
los ángulos son todos estilizados, más que realistas). El estilo es
profundamente simbólico, poético y metafórico. Esta es una elección consciente
de la artista. Cada vez que tratamos de decir algo muy profundo, el lenguaje
científico es insuficiente. Es necesaria la poesía. Lo mismo se aplica aquí: un enfoque más simbólico permite al artista
transmitir realidades que van más allá de lo que cualquier representación
realista podría aspirar a capturar.
Su
naturaleza simbólica implica un poco más de trabajo por nuestra parte. Su
significado no es necesariamente tan claro a primera vista (como tantas veces
ocurre en nuestro encuentro diario con Dios, ya sea en nuestra vida diaria, o
en la liturgia). Acá la comprensión de la intención del autor es la clave. ¿Por
qué utiliza ciertas formas y colores? Echemos un vistazo.
2. La
forma de Almendra
La escena se
representa dentro una forma artística particular llamada mandorla (“tuerca de la
almendra” en italiano). Es una forma oval formada por la superposición de dos
círculos. Sirve como una especie de paréntesis dentro de un icono. Dentro de la mandorla, en este
logotipo, vemos representada la
encarnación de Cristo. La forma de almendra representa la unión de dos
círculos, es decir, las dos naturalezas de Cristo: divina y humana. El
almendro es también la primera planta en florecer cada año en Grecia y como
tal, es un símbolo de la nueva vida y de la fertilidad.
3. Los
Colores
El rojo
representa la sangre, la vida y sobre todo a Dios. El azul representa al
hombre, la única criatura que sabe como aspirar al cielo. El Blanco tiene una
variedad de significados: es el color del Espíritu Santo, ya que refleja la
vida de la Trinidad y Cristo es blanco porque representa la luz que salva, la
vida eterna del Hijo. La ropa de Adán (el hombre llevado por Jesús, del
que hablaré más adelante) es de color verde (color de la humanidad), sin
embargo, está tornándose oro (color de la divinidad) lo que representa el hecho
de que Adán (y cada uno de nosotros) está participando en un proceso de
divinización, es decir, llegar a ser como Dios a través de Jesucristo.
4.
Las bandas de azul
Las bandas
azules, que se van tornando más oscuras hacia el interior, reflejan lo que se
llama el camino apofático para
reflexionar sobre Dios. Esto significa que a menudo es más fácil hablar de
Dios –Inefable, Infinito, El ser en sí– describiendo lo que no es. Esta es
la razón por la que la mandorla que
rodea a Cristo muestra bandas concéntricas de sombreado que son más oscuras
hacia el centro, en lugar de más claras. Tenemos que pasar a través de las etapas de lo que parece aumentar el
misterio y lo desconocido, con el fin de encontrar a Jesucristo. En
un sentido misterioso, este punto de vista nos llama siempre hacia el interior
en la reflexión. En esta imagen la profundidad de la sombra negra nos sugiere
la impenetrabilidad del amor del Padre que perdona todo y los tres óvalos
concéntricos, con colores progresivamente más claros a medida que avanzamos
hacia el exterior, aluden al movimiento de Cristo que por su Encarnación lleva
a la humanidad de la noche del pecado y de la muerte, a la luz de su amor y de
su perdón.
5. El
hombre en hombros de Jesús
El logotipo
nos muestra a Jesús llevando a un hombre sobre sus hombros. El Padre Rupnik nos
dice que se trata de Jesús como el
Buen Pastor llevando a Adán en sus hombros.Cuando Jesús encuentra a su
“oveja perdida” reúne a sus amigos y vecinos y les dice:“Alégrense conmigo, porque he hallado mi oveja perdida” (Lucas
15: 5-6). Otros han ofrecido la parábola del buen samaritano como medio para
reflexionar sobre el logotipo. Esta parábola nos recuerda al samaritano que se
detiene para ayudar a un hombre en el camino. Jesús pide al oyente: “¿Cuál de estos tres, en su opinión, era
vecino de la víctima de los ladrones” (Lucas 10: 36-37).
6. Una
mirada compartida
Una de las
características más llamativas de la imagen es el hecho de que Jesús y el hombre sobre sus hombros comparten
un ojo (esto no tiene absolutamente nada que ver con la teoría del
“tercer ojo”). Cristo ve con los ojos de Adán y Adán con los ojos de Cristo.
Cada persona descubre en Cristo, el nuevo Adán, la propia humanidad y el propio
futuro, contemplando en su mirada el amor del Padre. El Padre Rupnik explica
que la mirada de Dios al hombre le permite comprenderse a sí mismo. Dio revela
de tal manera que el hombre es capaz de ver. Solo en la mirada del Padre podemos realmente entender lo que
somos, nuestra identidad: hijos e hijas de Dios Padre.
¡Cristo
nunca está lejos! En todo lo que vemos, en todo lo que vivimos, en nuestras
alegrías y en nuestras penas, Él está acompañándonos. Él sabe lo que pasamos. A
través de su mirada nos invita a una mayor conversión, a cambiar nuestra manera
de ver a los demás, nos invita a que empecemos a mirar a nuestros hermanos con
sus mismos ojos de Misericordia. Estamos
llamados a contemplar la realidad con la misma mirada de Cristo.En todas
las situaciones de nuestra vida estamos llamados a descubrir, escuchar y
cumplir la voluntad del Padre, especialmente con los más necesitados.
La cercanía de Jesús y Adán
Como un
pensamiento final me pareció muy interesante la explicación del Padre Rupnik
sobre la cercanía de la cara de Adán y la de Jesús. Cuando Cristo expiró en la
cruz el hombre cogió este aliento y comenzó a respirar de nuevo. Por lo tanto,
como Adán recibió el aliento de vida en el momento de la creación, en nuestro
bautismo recibimos el nuevo aliento de vida, la vida del Espíritu, con la que
podemos empezar a vivir una nueva vida en Cristo.
Preguntas
para la reflexión personal:
1. ¿Qué
quiere decirme Dios este año jubilar? ¿Cómo puedo abrirme más a su
Misericordia?
2. ¿Me veo
con la misma mirada de Cristo? ¿Qué me impide mirar a los demás y a mí mismo
con la Misericordia de Cristo?
(Fuente: catholic-link.com)
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